Estoy seguro que nada en este país concentra mayor cantidad de incompetentes, negados y tontos de solemnidad, como los departamentos de marketing de las empresas.
Es más, normalmente el tamaño, la potencia y el prestigio de la empresa es inversamente proporcional a la calidad de su departamento de marketing. En parte porque suele ser el cajón desastre donde acaban los empleados con los que no saben qué hacer (aunque no pertenezcan al sector), en parte porque altos directivos que no tienen zorra idea de marqueting lo asumen bajo su errático mando, y sobre todo porque las empresas tienen unos lastres de conservadurismo, falta de frescura, miedo a la discrepancia interna... que convierten sus reuniones, deliberaciones, resoluciones y “tendencias” en estúpidas inercias.
Supongo que contratan a las agencias (a las que luego pretenden dar lecciones, los muy payasos) precisamente para paliar su estupidez congénita y su patética falta de talento, pero coño, si es que casi todos parecen pagados por su propia competencia.
En cuanto un cliente lo hace bien (ejemplo fácil: Bancaja), entonces sí, todos son expertos en subirse al carro en marcha: “queremos algo así”.
Imbéciles, ¿no se dan cuenta que lo válido es abrir el camino, no seguirlo?
Y tener que aguantarlos todos los días... gilipollas.
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