jueves, 22 de enero de 2009

Un campeón


El coche de la imagen, pertenece a una de esas personas que viven por encima de todo el mundo. Seguramente sin haber hecho nada especial para disfrutar de ese estatus, más allá de ponerse a disfrutarlo sin más (lo que ya dice muchísimo de su inteligencia social). Como decía un profesor mío de la facultad, “las libertades no se piden, se toman”, y este fulano extiende el principio hasta... el coche por de pronto.

Bueno, el caso es que ese enorme carro, un brutal Audi Q7, rojo, repleto de cromados y llamativo como él solo, es un habitual de las aceras de la zona Retiro-Narváez, pero no un uno cualquiera. Al coche en cuestión, sin buscarlo, lo habré visto durante estos meses, así a bote pronto, unas 30 veces. Y de esas 30 veces, nunca, jamás, ni por asomo, lo he visto bien aparcado. Pero no sólo yo, porque tras comentar el caso con 3 amigos que viven también por la zona, todos se han fijado y ninguno lo ha visto nunca bien aparcado.

Desde en medio del “Giro Bus” donde lo fotografié de madrugada hace dos noches (esa que pueden ustedes ver), hasta sobre línea amarilla, en parada de taxis, montado sobre las esquinas de los cruces, en los pasos de cebra, en doble fila... el catálogo de situaciones es inimaginable. Es posible que haya inventado nuevas formas de aparcar ilegalmente el tío crack.

Una vez, nos paramos un amigo y yo y nos quedamos perplejos: el coche estaba aparcado en línea verde, dentro de la fila... ¡estaba bien! Hasta que caímos en que ¡estaba en dirección contraria! Y ya fijándonos bien, sin ticket de la hora, por supuesto (eran las 13:30 de un sábado). Casi nos engaña.

El tío llega todos los días a una zona complicada de aparcar, a las nueve y pico, cuando todo el mundo tiene que emplear más de media hora para encontrar hueco (con el bicho ese puede irse a dos horas, tranquilamente), y lo tira en donde se le ocurre. Ya está.

Será que el coche no es grande, será que no es llamativo, será que no se ve, será que el tío se esconde... porque el caso es que ¡jamás le hemos visto puesta una maldita multa!
Digo yo, ¿tanto coche para no tener plaza de garaje? ¿es el dueño de la empresa controladora de la Hora? ¿es el amo del mundo? ¿es primo de Obama...?

Por de pronto, es un campeón. Con todas las letras, con acento y todo. Esta postal en realidad es envidia pura y dura.


PD: Actualización de enero de 2011 - Después de todo este tiempo, sigo sin haberlo visto bien aparcado, pero sí he visto al propietario: Un sábado a las 12 de la mañana estaba arrancándolo de encima de un paso de cebra, pasó un coche de agentes de movilidad, le llamaron la atención y ¡los mandó a tomar por culo! El puto Sheriff.

jueves, 15 de enero de 2009

Números rojos


Ese es el secreto del hedonismo, del delicioso ver pasar los días de tu vida pendulando del placer a la felicidad: Los números rojos. No ahorrar nada. Llegar a fin de mes debiéndole algo al banco. Habiéndotelo pulido todo. Hay una verdad absoluta con el dinero: sólo, sólo sirve para gastárselo. Para nada más.
Esta, es una de las venganzas más sutiles que puede haber contra el sistema bancario. No dejarles disfrutar la liquidez, que sepan que, nómina que les entra, nómina que vuela el día 25 (un poco antes de los 30 para poder endosarles un –XXX € el día del cobro). Porque, por supuesto, jamás, jamás, hay que comprar nada a plazos, sino al contado. Y si me apuras, en metálico. Se trata de reducir el papel de los bancos a la mínima expresión, que lo tienen más que merecido después de cómo han demostrado que saben administrar nuestros dineros.
Que conste que no estoy hablando sólo para los que no tenemos hipotecas, no debemos un coche y 4 ó 5 electrodomésticos, que no tenemos hijos... Va para todos, porque los que tienen todo eso, deberían ir viendo la manera de deshacerse de ello y probar a ser felices por lo menos en esta vida. No se puede cometer el error de acaparar para los hijos si se tienen; hace falta ser proteccionista, conservador y paralítico mental para pensar que lo que tú has conseguido por tus propios medios tienen que disfrutarlo otros y que ellos lo van a necesitar porque no saben salir adelante solos. Qué lamentable falta de confianza en las posibilidades de tus hijos. ¡Vergonzoso!
El resumen es que no hay que tener nada a futuro, hay que exprimir el presente y no guardarte nada. Que cuando llegues a fin de mes y veas que te queda algo en la cuenta, pienses: “Algo he hecho mal este mes, ¿qué me he perdido, adónde he dejado de ir, de qué me he privado...?” y sobre todo, ¡que aprendas para el próximo mes!
Porque hay que contar con que, todo lo que sea dejarse pasta, casi siempre implica una socialización bastante intensa, con todo lo que conlleva de relaciones, mayor conocimiento y muchas más oportunidades vitales que simplemente dedicarse a ahorrar: Es mucho más rentable.
Y por si fuera poco, al hacer eso serás uno de los pocos que, con todo desinterés, van a contribuir más activamente a la salida de la crisis: consumismo es igual a productos en movimiento, fábricas produciendo, gente trabajando y riqueza para todos. O sea que te das la gran vida y encima estás siendo ciudadano modelo, vamos, lo que viene siendo un auténtico filántropo, todo un mecenas. Esta es una de esas ocasiones en las que el provecho personal es el camino hacia el bien común.
Mira por donde, el secreto de una vida deliciosa y solidaria al final se va a mover entre el capitalismo y el liberalismo puros y duros.

lunes, 12 de enero de 2009

Otra guerra justa


La cosa es así de cachonda: Yo soy ciudadano de Gaza, estoy en tregua con Israel y cuando las cosas empiezan a avanzar poco a poco hacia una posible paz, voto en las elecciones a un grupo terrorista y gana. El nuevo gobierno de Gaza, se dedica a mandar misiles contra población civil israelí durante una tregua oficial. Cuando la tregua termina, el gobierno que he elegido afirma que no la renovará, que está en guerra con Israel, y multiplica el lanzamiento de misiles contra población civil.
Además, mi gobierno hace un llamamiento mundial a todos los países musulmanes para que declaren una nueva guerra global contra Israel y la aniquilen.
Entonces, Israel empieza a bombardear todo tipo de centros oficiales de Gaza para acabar con el gobierno terrorista que le ha declarado la guerra y que está matando ciudadanos israelíes indiscriminadamente.
El gobierno musulmán de Palestina, de otro partido distinto a mi grupo terrorista, afirma que la culpa de la nueva guerra es del gobierno de Gaza, pero yo, ciudadano de Gaza, protesto contra la agresión de Israel, no contra mi gobierno.
Entonces, mi gobierno terrorista, que sabe de qué va el paño de la inframental opinión pública occidental, decide utilizar centros civiles (hoteles, escuelas, edificios de viviendas...) para lanzar sus ataques contra la población civil de Israel y para esconder material bélico, miembros del grupo terrorista y demás.
En consecuencia, Israel bombardea esos lugares (convertidos ahora en objetivos militares) para acabar con los lanzamientos de misiles y con los terroristas.
Como el gobierno de Gaza no ha desalojado a ningún civil de esos lugares porque busca escudos humanos y los mártires le encantan, empiezan a morir niños y civiles por culpa de las bombas.
Yo, ciudadano de Gaza, vuelvo a clamar contra Israel y a jurar matar a todo judío que se me ponga a tiro. Y llevo a mi hijo a la manifa con un cinturón de explosivos simulado gritando lo mismo. Pero no digo una palabra contra el gobierno terrorista de Gaza, por supuesto.
Entonces la comunidad internacional se reúne y pide una nueva tregua. Mi gobierno terrorista la rechaza de plano a pesar de los civiles muertos y de no tener esperanza alguna de ganar la guerra. Sigue a misilazo limpio contra población civil e Israel, en consecuencia, dice que ella tampoco detendrá la guerra hasta que no consiga parar el lanzamiento de misiles.
Entonces en muchas ciudades occidentales los musulmanes allí residentes se movilizan y convocan manifestaciones contra Israel para que pare la guerra, usando la palabra genocidio (sin haberla buscado antes en el diccionario) y enseñando las imágenes de los escudos humanos de Hamás muertos. Por supuesto, ni una palabra en contra del gobierno terrorista de Gaza. Asisten multitud de ciudadanos occidentales en su apoyo, todos muy bien informados, claro.
En Israel, tanto los partidos de izquierda como los de derecha, incluso los pacifistas, están de acuerdo con la guerra, e Israel no se deja intimidar por la presión pública mundial y la continúa.
Yo, ciudadano de Gaza, veo como Hamás se instala al lado de mi vivienda, mi hijo juega entre los terroristas y muere en el siguiente bombardeo. Me indigno, me desespero y juro odio eterno a Israel. No protesto contra mi gobierno terrorista. Eso no.
Yo, ciudadano de Gaza, no soy capaz de ver que soy un auténtico incoherente e hipócrita hijo de puta asesino de mi hijo, ni que cualquier guerra que contribuya a borrarme de la faz de la tierra, será una guerra justa.
Mi hijo puede que tenga 40 huríes para que terminen de amamantarlo, sí, pero yo me pudriré en el infierno de Alá en parrilla preferente. Debería hacerme a la idea antes de morir bajo la siguiente bomba.

PD: Ya me jode ponerme en plan político, pero es difícil soportar tanta imbecilidad como estoy aguantando estos días.

miércoles, 7 de enero de 2009

Quemar un libro


Estoy emocionado, por fin voy a entrar por derecho propio en el selecto grupo de los quemalibros. A pesar de que a lo largo de la historia han gozado de épocas de auge y reconocimiento, de un tiempo a esta parte sufren un descrédito y mala prensa absolutamente injusta. Como si no fuera más que necesario de vez en cuando arrojar algunos libros al fuego purificador. Esos que si no nos robarían el tiempo necesario para leer otros que sí valen la pena.
¿Y qué libro voy a quemar? Pues el que acabo de empezar: “Crimen y Castigo”, de Fiodor Dostoievski.
No, no tengo nada contra uno de los grandes de la literatura universal, ni contra un libro del que aún no he leído ni el segundo capítulo. Es contra la puta traductora contra la que tengo de todo. Como un estúpido, compré el libro sin fijarme en la traducción, y resulta que es de 1996, de una tipa a la que en la tercera página se le ocurre poner en boca de un estudiante ruso del S. XIX “del tiempo de Maricastaña”. Pero no sólo eso, es que la muy bastarda en la introducción te cuenta casi todo el libro, y a lo largo de los capítulos va haciendo llamadas a pie de página en las que, para explicar un término o un lugar, la muy imbécil alude a cosas del libro que aún están por leer, con lo que te lo va destripando poco a poco.
¡Quiero leer una novela traducida, no una novela convertida en un maldito ensayo! ¿Es tan difícil traducir un libro tal cual lo escribió el autor?
Bueno, que una puta mierda de libro que va a acabar en la hoguera, lo juro. Y me compraré una traducción anterior a 1.900 como mínimo, que era cuando sí sabían como traducir un libro del S. XIX.
Y no, no me entra mala conciencia, hace tiempo que pienso que en realidad las tres cosas que hay que hacer en la vida son matar un árbol, repudiar un hijo y quemar un libro.
La primera ya la he hecho, con la tercera estoy en ello, y la segunda... todo se andará.

martes, 6 de enero de 2009

Las bodas son de nenas...


Esta premisa no es discutible. Punto. No sé lo que dirán los antropólogos, los sociólogos, los historiadores... pero cualquier tesis que se aleje de que el matrimonio occidental y la boda (en cualquiera de sus modalidades) es un invento femenino, es un monumento a la inconsciencia.
Para llegar a esta conclusión sólo hay que plantearse alguna que otra cuestión constructiva:
¿Cómo sería el matrimonio si lo hubiesen diseñado los hombres?
Está claro que no sería monógamo, tampoco tendría vocación de eternidad, es más; estoy completamente seguro de que ni siquiera existiría, que jamás se habría sentido la necesidad de formalizar una relación más allá de la relación misma... El que diga lo contrario, miente como un bellaco.
Segunda: si la ceremonia de la boda hubiese sido diseñada por y para hombres, ¿sería como hoy la conocemos?
No, seamos sinceros, ¿a qué tío le importan lo más mínimo las flores, su colocación, su color, su clase, el traje de ella, el propio, las fotos, la iluminación, el coro y lo que ladre, el siempre lamentable vídeo, la cursilada de los entrantes, las ridículas invitaciones, la tontería de los anillos, los discursitos, brindis...? Todo, absolutamente todo, gira en torno a ellas y son ellas las que lo hacen girar para marearte como a un crío. ¡Si aparecen vestidas de reinas, de emperatrices... de diosas! Como si lo fueran.
Cualquier hombre casado o a punto de ello puede intentar justificarse saliendo por donde quiera o buscar el refugio que desee para su pisoteado orgullo con argumentos de todo tipo, pero una boda, toda boda, no es más que un engaño, una claudicación, y una rendición incondicional y sin remisión. Es un chantaje vital, el más sofisticado, elaborado y exitoso jamás diseñado en la historia: ¡consiguen que vayamos voluntarios y que hasta lo pidamos!
Pero alguien puede pensar que a fin de cuentas eso es un trago que pasa y ya está. Nada más lejos de la realidad. En el matrimonio ya se entra, gracias al hecho en sí y a las humillaciones sucesivas de la ceremonia, en modo de sumisión, con el orgullo pisoteado y la personalidad supeditada. Y sino, ¿quién conoce una casa que no haya decorado ella? ¿quién conoce una en la que no sea ella quién marque horarios, usos y costumbres? ¿qué tío de este planeta manda en su casa?
Tomad nota, novios, porque eso es así ¡para toda la vida!
Idiotas, nenazas...

PD: Como me dijo una vez mi amigo Asier: “A ver si te crees que la palabra enredadera es de género femenino por casualidad”.