martes, 6 de enero de 2009
Las bodas son de nenas...
Esta premisa no es discutible. Punto. No sé lo que dirán los antropólogos, los sociólogos, los historiadores... pero cualquier tesis que se aleje de que el matrimonio occidental y la boda (en cualquiera de sus modalidades) es un invento femenino, es un monumento a la inconsciencia.
Para llegar a esta conclusión sólo hay que plantearse alguna que otra cuestión constructiva:
¿Cómo sería el matrimonio si lo hubiesen diseñado los hombres?
Está claro que no sería monógamo, tampoco tendría vocación de eternidad, es más; estoy completamente seguro de que ni siquiera existiría, que jamás se habría sentido la necesidad de formalizar una relación más allá de la relación misma... El que diga lo contrario, miente como un bellaco.
Segunda: si la ceremonia de la boda hubiese sido diseñada por y para hombres, ¿sería como hoy la conocemos?
No, seamos sinceros, ¿a qué tío le importan lo más mínimo las flores, su colocación, su color, su clase, el traje de ella, el propio, las fotos, la iluminación, el coro y lo que ladre, el siempre lamentable vídeo, la cursilada de los entrantes, las ridículas invitaciones, la tontería de los anillos, los discursitos, brindis...? Todo, absolutamente todo, gira en torno a ellas y son ellas las que lo hacen girar para marearte como a un crío. ¡Si aparecen vestidas de reinas, de emperatrices... de diosas! Como si lo fueran.
Cualquier hombre casado o a punto de ello puede intentar justificarse saliendo por donde quiera o buscar el refugio que desee para su pisoteado orgullo con argumentos de todo tipo, pero una boda, toda boda, no es más que un engaño, una claudicación, y una rendición incondicional y sin remisión. Es un chantaje vital, el más sofisticado, elaborado y exitoso jamás diseñado en la historia: ¡consiguen que vayamos voluntarios y que hasta lo pidamos!
Pero alguien puede pensar que a fin de cuentas eso es un trago que pasa y ya está. Nada más lejos de la realidad. En el matrimonio ya se entra, gracias al hecho en sí y a las humillaciones sucesivas de la ceremonia, en modo de sumisión, con el orgullo pisoteado y la personalidad supeditada. Y sino, ¿quién conoce una casa que no haya decorado ella? ¿quién conoce una en la que no sea ella quién marque horarios, usos y costumbres? ¿qué tío de este planeta manda en su casa?
Tomad nota, novios, porque eso es así ¡para toda la vida!
Idiotas, nenazas...
PD: Como me dijo una vez mi amigo Asier: “A ver si te crees que la palabra enredadera es de género femenino por casualidad”.
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6 comentarios:
dios, gladius, con qué mujeres te has encontrado tú en la vida???
pelín mandonas, no? :D
eso sí, lo del traje, no te negaré, es una cuestión absolutamente femenina pero, hazte cargo, son reminiscencias del subconsciente, tantos siglos de educación sexista preparándote para que seas una princesita...
No, no es el caso. Rompo una lanza en favor de las mujeres de mi vida. En ningún momento hablo de temas personales en este caso. Es una reflexión sobre el asunto en general, hecho desde una visión masculina pura y dura. Nada más.
Orgullo de clase, si quieres.
Bien hecho, Gladius. No muerdas ese anzuelo. Nunca se sabe quien lee estas cosas.
Un abrazo a todos.
El matrimonio la tumba de la pasión! Eso es así aquí y en la china popular.
Está clarísimo que es un invento femenino para demostrar que te han cazado, que ya eres de ellas en teoría para toda la vida. Todo esto además hay que refrendarlo enfrente de numerosas personas y algunos más allegados a los que llaman, oh cielos, TESTIGOS. Claro, testigos de que el tío pringao se ha echado el lazo forever. Claaaaaro. Y porqué nos casamos?? En eso estoy..
www.nosposible.blogspot.com
Tal cual lo dices Chazman.
¿Que porqué nos casamos? Yo ya lo sé; es una cuestión de indefensión, cualquier día lo cuento y te aviso.
Ya sabía yo....
que al final...
os ibais a caer bien...
Haja ajajaja jaaaaaaaaaaaa...!!!.
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