jueves, 30 de abril de 2009

40 cosas que quiero hacer antes de morir:


1 – Enamorarme de la chica adecuada
2 – Conseguir salir con ella
3 – Hacerme amigo de los amigos de ella
4 – Caerle bien a las amigas de ella
5 – Hacer amigos que le caigan bien a ella
6 – Olvidar a mis amigas
7 – Sorprenderla en sus cumpleaños
8 – Acordarme de nuestros aniversarios
9 – Dejarme sorprender por mis cumpleaños
10 – Que me gusten las pelis románticas
11 – Ir a un concierto de La Oreja de Van Gogh
12 – Tirar todas mis camisetas negras
13 – Vestirme bien
14 – Casarme con ella
15 – Tener un nidito de amor con ella
16 – Madurar
17 – Interesarme por las revistas del corazón
18 – Que un hijo bendiga nuestro nidito de amor
19 – Que una hija haga la parejita
20 – Levantarme por la noche a cambiar pañales
21 – Comprarme una bata y unas pantuflas
22 – Comprarme un monovolumen
23 – Rellenar matrículas de colegios
24 – Firmar notas
25 – Vivir en una casa no mía
26 – Olvidarme de la Play
27 – Comprar una Wii
28 – No traumatizar a mis hijos
29 – Continuar amando a mi mujer
30 – Conseguir opinar sobre colores
31 – Conseguir distinguir olores
32 – Llenar mis vacaciones de viajes familiares
33 – Cambiar las cañas en el bar por aperitivos en casa
34 – Dar cuenta a mi amorcito del dinero ganado con el sudor de mi frente
35 – Dejar que cuiden de mi colesterol y de mi dieta
36 – Aprender a decir “te quiero” por milésima vez igual que la primera
37 – Escucharla
38 – Plantar un árbol
39 – Escribir un libro
40 – Y escribir una nota al juez...

¿Alguna chica del planeta se lo cree? No, ¿no? Pero sin embargo, esperáis príncipe azul para toda la vida.
Anda que... a ver si maduramos un poquito.

miércoles, 29 de abril de 2009

El instinto maternal, esa otra gran mentira


De las mujeres, claro. Reconozco que esta conclusión puede parecer exagerada, pero no lo es en absoluto.

Hay que aceptar que las mujeres tienen, efectivamente, un cierto instinto de proteger y cuidar al desvalido (o al que ellas creen desvalido, claro, que no es ni mucho menos lo mismo), y es cierto que en la mayoría de las ocasiones lo más aparentemente desvalido que son capaces de encontrar son las crías humanas, pero en realidad les vale lo que sea.

Es decir, que debería llamarse instinto de protección o algo así, y no instinto maternal. Y esto lo voy a ilustrar con un ejemplo real que el que quiera puede repetir cuando le venga en gana a modo de experimento, porque el resultado será siempre el mismo y os vais a convencer.

Hace alguna semana más semana menos, en una fiesta-barbacoa organizada en casa de un amigo mío, había unas 10 chicas más o menos en edad de tener desatado el instinto maternal ese. De hecho, había alguna madre y alguna otra en camino de ello. Una de las mamás trajo a su hijo de pocos meses, y como no, todas las demás rodearon al niño, lo agobiaron con estupideces y tonterías (que seguro retrasarán su correcto desarrollo mental un año o dos) y se lo pasaron unas a otras durante un rato. Vamos, que lo normal: montaron un escaparate de proyección maternal de primera.
Todo ese circo se mantuvo en su apogeo durante una media hora, siendo generosos. Luego todo volvió a la normalidad de una barbacoa en la que el bebé pasó a ocupar el lugar que le correspondía: el de un mueble con el que no se puede interactuar.

Bien, pues al cabo de unas 3 horas, cuando sólo la propia madre mantenía la vigilancia por su niño (y en su cara se intuía más deber que placer, creedme), aparece un amigo que llegaba tarde con su perro nuevo, un cachorro bien bonito y vivaracho que provocó entre las féminas asistentes un nuevo revuelo hormonal que dejó en gracieta el despertado por el cachorro humano.
La totalidad (estoy diciendo la totalidad, no la mayoría) de las mujeres asaltaron al chucho con una solicitud y unas muestras de cariño y ternura que ya hubieran soñado alguna vez los hijos de cualquier mujer de la historia (y sus novios y maridos, por qué no decirlo). Se lo pueden imaginar ¿no? Un desparrame de caricias, grititos, emociones en cascada... en un frenesí que no dejó de manifestarse durante sus buenas 3 horas casi ininterrumpidamente.

Mientras, el niño yacía olvidado por todas en una esquina, acabada ya su media horita de gloria en favor de una cría de perra que no deseaba más que escapar de las garras perfumadas del sadismo afectuoso de las hembras humanas. Resultado: 6-1 a favor de la cría canina.

Total, que sí, que si los bebés tal y que si los niños cual, pero ante un perrito guapo no hay niño que sea protagonista.
Féminas hipócritas...

viernes, 24 de abril de 2009

Una duda...


Pintada actual en Madrid, en pleno Barrio de Salamanca. La cosa es: exactamente ¿qué es?

¿Una coña?
¿Un bacile a los unos?
¿Un bacile a los otros?
¿Un sarcasmo?
¿Una tontería?
¿O una genialidad?

Yo no acabo de verlo nada claro...

jueves, 23 de abril de 2009

De lo malos que somos II


Y de lo buenos que éramos. Así se escribía en el Siglo XIX:

[...]

Y en rápido crescendo,

los lúgubres sonidos
más cerca vanse oyendo
y en ronco rebramar;

cual trueno en las montañas
que retumbando va,

cual rujen las entrañas
de horrísono volcán.


Y algazara y gritería,
crujir de afilados huesos,
rechinamiento de dientes
y retemblar los cimientos,

y en pavoroso estallido
las losas del pavimento
separando sus junturas
irse poco a poco abriendo,

siente Montemar, y el ruido
más cerca crece, y a un tiempo
escucha chocarse cráneos,
ya descarnados y secos,
temblar en torno la tierra,
bramar combatidos vientos,
rugir las airadas olas,
estallar el ronco trueno,
exhalar tristes quejidos
y prorrumpir en lamentos:
todo en furiosa armonía,
todo en frenético estruendo,
todo en confuso trastorno,
todo mezclado y diverso.

Y luego el estrépito crece
confuso y mezclado en un son,
que ronco en las bóvedas hondas
tronando furioso zumbó;
y un eco que agudo parece
del ángel del juicio la voz,

en triple, punzante alarido,

medroso y sonoro se alzó;

sintió, removidas las tumbas,

crujir a sus pies con fragor
chocar en las piedras los cráneos
con rabia y ahínco feroz,

romper intentando la losa,

y huir de su eterna mansión,

los muertos, de súbito oyendo
el alto mandato de Dios.

Y de pronto en horrendo estampido
desquiciarse la estancia sintió,
y al tremendo tartáreo rüido
cien espectros alzarse miró:

de sus ojos los huecos fijaron
y sus dedos enjutos en él;
y después entre sí se miraron,

y a mostrarle tornaron después;

y enlazadas las manos siniestras,
con dudoso, espantado ademán
contemplando, y tendidas sus diestras
con asombro al osado mortal,

se acercaron despacio y la seca
calavera, mostrando temor,

con inmóvil, irónica mueca
inclinaron, formando enredor.

Y entonces la visión del blanco velo
al fiero Montemar tendió una mano,
y era su tacto de crispante hielo,
y resistirlo audaz intentó en vano:


galvánica, cruel, nerviosa y fría,

histérica y horrible sensación,

toda la sangre coagulada envía
agolpada y helada al corazón...

Y a su despecho y maldiciendo al cielo,
de ella apartó su mano Montemar,
y temerario alzándola a su velo,
tirando de él la descubrió la faz.

[...]

José de Espronceda
El estudiante de Salamanca – Parte cuarta (frag.)

miércoles, 22 de abril de 2009

martes, 21 de abril de 2009

La pifia del iPhone


Me resulta muy difícil imaginar una pifia mayor que el iPhone, que tenga más eco social y mayor aceptación pública. El caso es increíble y habla muy claro y alto de la espectacular habilidad publicitaria de la compañía de la manzana.

Ese teléfono, por sí solo, es una auténtica mierda. Una pesadilla, una moto que no acabo de entender como nos han colado. Es más; no acabo de entender como se la han colado a todos los gurús, modernitos y adictos a la tecnología que andan por ahí sueltos. Deberían de tener un poquito más de espíritu crítico.

Vamos a ver. Si el camino debería ser el de realizar dispositivos tecnológicos que garanticen nuestra independencia y movilidad... ¿qué diablos tiene de revolucionario el iPhone? Es un teléfono que si no se conecta a internet tiene menos prestaciones que un nokia de hace 5 años, de ahí esas exclusivas de venta del aparato atado a contratos cerrados con tarifas navegables.

Es un teléfono que para poder realizar operaciones de las más sencillas (meter archivos, borrarlos...) es imprescindible conectarlo a un ordenador. No a un ordenador cualquiera, sino ¡siempre al mismo ordenador! Ya sé que eso no es nuevo, que los iPod funcionan igual desde que nacieron. Pero eso no hace más que reforzar mi argumentación y convertir en más idiotas aún a los que intenten defenderlo así: Si ese era el mayor defecto de los iPod como reproductores MP3 (con permiso de su carencia de radio), ¿cómo diablos se cae en el mismo error un lustro después? ¿porqué los que ya lo sabían vuelven a tropezar en la misma piedra?

Es un teléfono que pasa por encima de funciones populares entre los usuarios de móviles desde hace años (y más entre sus supuestos posibles compradores) como la opción copiar-pegar, el grabar vídeos, grabar sonidos, mandar MMS, instalarle flash (¡increíble! ¿no es un móvil online?), radio... En una actitud empresarial absolutamente prepotente que se podría resumir así: “yo te voy a decir lo que quieres y lo que no quieres hacer con tu móvil.”

Evidentemente muchas de estas cosas se pueden solucionar conectándote a internet, entrando en la tienda de Apple y bajándote aplicaciones que lo permiten, en muchos de los casos pagando por ellas. Sí, ¡pagando por cosas que móviles de hace 5 años ya hacían de serie! Y hay que contar con que encontrar las aplicaciones, bajárselas e instalarlas ya requiere un cierto aprendizaje y soltura con el medio.
Porque viene sin instrucciones, claro, como es tan intuitivo... Las instrucciones las encuentras online, en un PDF que te puedes bajar, que después de 20 intentos puedes colar dentro de iTunes del iPhone para llevarlas contigo (son 160 folios), ¡pero que no puedes abrir de ninguna manera! O sea, intuitivo, funcional, flexible... ¿no?

Eso sí, pero en cambio tienes una colección de estupideces increíble para obnubilar a niños de teta y taparles el criterio con litros de baba, como una espada láser que hace ruido cuando mueves el móvil, un vaso de cerveza que te puedes beber virtualmente, unas castañuelas que hacen ruido de castañuelas...
Pero es que ni eso, porque se da la paradoja de que cuando se pasa un poquito la novedad del aparato, entre los usuarios de esa mierda de móvil lo más valorado son las aplicaciones que ¡se cargan las limitaciones y programación original del teléfono! ¿Es que eso no es más que revelador?

Para rematar, los criterios objetivos que antes hacían de un móvil algo práctico y mejor (con toda justificación), como duración de la batería, peso, tamaño, etc... en este han desaparecido por completo: la batería no dura nada, pesa un huevo, es enorme... ¡pero a todo el mundo le da igual!

Por último, todos los “avances” de los sistemas Apple en los últimos años se inscriben en una política de exclusivismo y compatibilidades sólo entre sus propios aparatos y programas de cobro (iTunes) que ya quisiera para sí Microsoft en sus peores tiempos.

Y sin embargo el “prodigioso iPhone” se lo están tragando enterito y sin mascar la mayor colección de paletos de boina a rosca (eso sí, modernitos que te cagas) que he visto en mi maldita vida. Por lo menos hay que agradecerle al aparato que nos permita distinguirlos.
Palurdos que siguen poniendo en la cúspide del altar intelectual del planeta a un payaso desactualizado y chocheante como el señor Jobs. El mismo que ha mandado a la mierda él solito 10 años de progreso de la tecnología hacia algo autónomo y verdaderamente libre. Alguien que ha llevado a esa empresa de logo mordido a una situación en la que ya no podría repetir su más famoso anuncio publicitario: la legendaria parodia de la película sobre la novela de Orwell "1984" (http://www.youtube.com/watch?v=RgbrWpZhPr4).
Y no podría por la sencilla razón de que en estos años ha pasado de ser cierta a convertirse en una cochina y descarada mentira.

PD: Aclaro que sí: tengo un puto iPhone (o sea, que soy un estúpido más).

lunes, 13 de abril de 2009

Sublime, excelso, irrepetible...


Anteayer pasó. Sí. Pasó y sólo yo, nadie más, pudo asistir a ello. Fue un instante glorioso, de esos que merecen pasar a la historia del arte, de la belleza, del mundo... uno de esos momentos que justifican toda una vida y colocan a toda una especie en lo alto de la pirámide. Un momento que abre la mente a la grandeza del universo y de la naturaleza. Y lo siento, yo fui el elegido:

Iba andando, alegre, contento a un feliz reencuentro. De camino saqué un chicle, le quité el envoltorio, empecé a mascarlo, hice una bolita con el papel, la sujeté entre dos dedos como a una canica y sin dejar de andar, casi sin mirar y como quien no quiere la cosa, la lancé recta, fuerte y rápida hacia la boca de una papelera de no más de una cuarta de diámetro, que estaba a más de 3 metros de distancia...
Y sucedió: ¡Entró limpia! suave, perfecta... entonando un aleluya, susurrando un poema épico, gritando un baladón heavy, deletreando la curva más deliciosa, hilvanando el efecto exacto... rasgando el aire ¡al son de un himno nacional!

Y nadie para verlo.
Nadie para admirarlo.
Nadie para contarlo.
Sólo yo, allí, atónito ante el prodigio, desbordado por la revelación, intentando asimilar de golpe la respuesta a todas las preguntas que el hombre y el mundo siempre se han formulado, y alcanzando de un plumazo el nirvana, la sabiduría, el cielo...

Porque el cielo, ahora ya sé que sí existe: ese momento tiene que haberse grabado para la eternidad, para proclamar al hombre como el ser más excelso de la creación, para que la física, la mecánica y la dinámica se humillen ante el triunfo de la habilidad y el instinto sobre el caos de la materia.
Para recordarlo y glorificarlo una y otra vez hasta el fin de los tiempos.

Porque eso fui yo en ese instante: el puto amo del universo.

jueves, 2 de abril de 2009

“Yo me drogo, pero odio las armas...


... y la delincuencia, y el terrorismo, y odio más la trata de blancas, la corrupción, los traficantes de armas, los secuestradores, la evasión de impuestos y los paraísos fiscales, los sicarios, asesinos y violadores, la mafia, la camorra y los regímenes dictatoriales y corruptos... y aborrezco el crimen internacional.”

Esta, exactamente esta, es la clase de coherencia que practican los que al comprar cualquier tipo de droga ilegal, financian, dan poder y medios a todos esos para que puedan seguir haciendo de este mundo un lugar mucho peor. Eso sí, luego oyes a mucha de esa gente hablar de concienciación, de movimientos sociales, de revolución contra las injusticias... Hace falta ser capullo.

Y esto no es demagogia, es la cruda verdad: su dinero financia todo eso directamente, sin intermediarios. No querer verlo o no aceptarlo o negarlo, es cinismo o necedad. Y de tontos del culo, qué coño.

Demagogia sería ver a alguien con un porro o un gramo y preguntarle: “¿a qué niña de Ciudad Juárez va a matar la bala que va a comprar el sicario con tu billete de 10 euros?”

Demagogia, pero verdad al fin y al cabo. Qué curioso ¿no?

miércoles, 1 de abril de 2009

No al cambio de hora*


Viene con un par de días de retraso, pero es que lo del ahorro económico con el cambio de hora (con los dos, el de otoño y el de invierno) no me parece tal. Al parecer, más o menos supone en España unos 6 euros al año por habitante. O sea, que 3 euros por el cambio de otoño y 3 por el de primavera.

Bueno, pues cuando lo hablamos, tanto yo, como M1 y como M2, opinamos que deberían permitirnos pagar esos 6 euros de mierda de nuestro bolsillo, y dejarnos en paz durante todo el año. Nos sale muy a cuenta.

Así, si todo esto fuese un poco más democrático, en este país habría dos tipos de personas: las de hora pública, y las de hora de pago. ¡Y todos contentos!

Sería muy divertido todo además:

- "¿La reunión es a las 5 públicas o a las de pago?”
- “Yo este año me he pasado a hora de pago”
- “¿Estás en la hora pública? Jajaja, pringao...”
- “No me extraña que hayáis cortado, es que una relación chicahorapública-chicohoradepago es mu jodida.”
- “¡Yo este fin de año me voy a tomar 24 uvas: las públicas y las de pago!”
- “Llegué a la happy hour tarde: era pública...”
- ...

Por favor, que algún partido político lo proponga y me afilio seguro.


* Esto es una dedicatoria para M&M, y en recuerdo de una carrera de taxi divertida (en la que no nos robaron; inaudito) y de una deliciosa cena.