miércoles, 20 de mayo de 2009
Un canto a la irresponsabilidad
Está claro que soy un vendemotos, ni que esto fuera un romance o fuera a estar en verso... no, no es un canto, pero sí un ataque al exceso de responsabilidad de mucha gente en su trabajo.
Pecar por exceso, ese es su problema y nuestra desgracia también. Asumir responsabilidades que no corresponden o extralimitarse en el deber es delito en muchas circunstancias, y debería serlo en las empresas también.
Pues no sólo no lo es, sino que incluso está bien visto y normalmente la actitud de “lo hago yo porque sino nadie se ocupa”, o el “yo soy responsable del proyecto final, no sólo de mi parte en el trabajo”, o incluso el “si no empleo más horas o si no pongo este extra de mi parte, no se podría hacer. Y es mi responsabilidad” rodea al prota de un aura de “alma de la empresa” tan estúpida y ridícula como prestigiosa.
En mi sector al menos es el pan de cada día, pero la actitud la veo demasiado natural como para que no se dé en todos.
Y no se trata sólo de una brutal insolidaridad con los compañeros de trabajo (que ante semejante despliegue de “responsabilidad” también se sienten en la disyuntiva de tener que estar a esa altura, o quedar mal), sino de que para una empresa esa actitud de un trabajador es tan devastador como tener un eslabón de la cadena declarado en huelga a la japonesa de manera permanente.
Y lo explico:
Cuando una persona actúa así, las consecuencias inmediatas son una sobrecarga de trabajo en el eslabón superior y en el inferior, que tienen que acelerar procesos para estar a tono con el exceso de oferta y la demanda de trabajo que provoca esa persona, y una aceleración de los procesos provoca sí o sí una rebaja en los niveles de calidad. Esto es así se ponga como se ponga quien se ponga: a igualdad de condiciones, cantidad y calidad son inversamente proporcionales. Se llama Principio Universal de la Física.
Por si fuera poco, este tipo de personas suelen tener siempre en la boca toda serie de críticas victimistas sobre lo mucho que ellas hacen y lo poco eficientes y resolutivos que son los demás. Esto repercute en el ambiente en la empresa, porque muchos jefes cegatos se tragan la historia entera y acaban promocionando al protagonista. Sí, muchos trepas nacen a partir de esto: asumir responsabilidades que no les tocan.
También es una actitud contraproducente por muy buena fe que tenga esa persona (sí, es corriente ver a gente con un impulso irrefrenable por acaparar trabajo y procesos con la mejor intención). Pongamos un caso: Si un mal jefe, con poca dedicación, tiene como subalterno a un elemento de estos, va a tener la inmensa suerte de que éste tapará todas sus carencias, hará todo el trabajo que él no sabe hacer y convertirá a un auténtico inútil de jefe en un figura que seguro que será nuevamente promocionado. Es decir: que tapan los errores de los no válidos y la empresa acaba ascendiendo incapaces. ¿No da pavor?
¡Pues pasa todos los malditos días!
Pero ahí no se acaban las desgracias, porque otro gran problema para la empresa es descendente: pongamos que el “responsable” tiene un equipo al que no deja hacer nada sin su supervisión, al que rehace sistemáticamente todo el trabajo y que controla absolutamente todos los procesos. O sea que no sabe delegar y desconfía totalmente de sus subordinados. Algo muy grave en un jefe de equipo porque desmoraliza a todos y dejan de ser eficientes por sí solos.
Es curioso, pero hay buenas actitudes que no se adaptan al trabajo en equipo o a una estructura empresarial, pero que serían idóneas para convertirse en autónomo y tener un proyecto individual. ¡Esta es una de ellas! Si tú eres de esos hazte un favor, háznoslo a todos y replantéate tu vida, anda.
Este fue uno de los poquísimos defectos de Felipe II como estadista, querer estar en todo y no saber delegar. Y bien caro que pagó el Imperio a su hombre-orquesta.
Y si no eres de esos pero sí los sufres en tu trabajo, hay armas para luchar contra ellos:
No permitir jamás que invadan las competencias de los demás y ponerse muy borde con él cuando lo haga; no es su trabajo, que no se meta y que se vaya a la mierda con sus aportaciones. Y ya sé que es muy difícil conseguir esto cuando el problema lo tiene tu jefe, pero hay que intentar marcar los límites cuanto se pueda.
Si existiesen departamentos de Recursos Humanos eficientes en este país...
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3 comentarios:
Pasa mucho en agencias... y supongo que en más sitios que a las siete de la tarde nadie se levanta de la mesa.
-¿Por qué en el contrato pone que se trabaja de 9 a 19 y no se cumple?.
-¿Por qué está mal visto tener vida privada y querer disfrutar de ella?.
-¿Por qué todo se hace deprisa y corriendo hasta altas horas de la mañana?.
-¿Por qué algunos jefes no tienen nada mejor que hacer que estar en la oficina?
La única pega que pongo es que Felipe II, era Rey, las 24 horas del día... Y por eso no podía delegar.
(Bueno sí lo hizo, el día de su muerte... en Felipe III).
Bah, el que tiene tiempo de quejarse, de hacer comentarios victimistas y vigilar lo que hacen los demás, es que en realidad no trabaja tanto. El problema viene cuando los demás se lo creen y deciden ponerse las pilas para no quedar mal, esos son los curruquis desgraciados que nunca ascenderán.
Las siete... Me piro!
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