miércoles, 3 de marzo de 2010

LA HISTORIA DE LA BURBUJA DE CO2: La próxima gran crisis del S. XXI


Ayer, en el post anterior, estábamos en el pasado de Sildavia y con los "Minutos de Sombra"; y hoy en el presente de todo el planeta y con las "Cuotas de CO2".

Este es el verdadero cuento:

ACTO PRIMERO

Para que entendamos todos de qué estamos hablando, esta es la definición de Burbuja Financiera que da la Wikipedia:

"Una burbuja económica (también llamada burbuja especulativa, burbuja de mercado, burbuja financiera o manía especulativa) es un fenómeno bursátil que se presenta toda vez que se "negocia altos volúmenes a precios que difieren considerablemente de los valores intrínsecos". Las causas de las burbujas siguen siendo un desafío para la teoría económica. Aunque se han sugerido muchas explicaciones, recientemente se ha mostrado que las burbujas aparecen incluso sin incertidumbre, especulación, o racionalidad limitada. Más recientemente, se ha propuesto que las burbujas pueden ser causadas por procesos de coordinación de precios o normas sociales emergentes."

Y la pregunta es: ¿Cuál de los supuestos de la definición cumple el mercado internacional de cuotas de emisión de CO2? Exacto: Todos.

Los poderes públicos han impuesto artificialmente (con leyes respaldadas por cuantiosas multas) un agente económico nuevo en todo el mundo y que afecta a todos los sectores: la emisión de CO2. Han conseguido que un gas residual (que produce la naturaleza) adquiera un valor monetario en forma de impuesto para todos los productos del planeta.
Todo esto se consagra en el Protocolo de Kioto, que obliga a las empresas y los países a pagar por sus emisiones de CO2. Es decir, que se paga (y bien caro) algo sin valor específico, como es emitir CO2.

ACTO SEGUNDO

Las empresas y los países tienen unas cuotas de emisión de CO2 asignadas, y pagan la tonelada emitida a un precio fijado bajo amenaza de multa.
Pero además, se ha creado un mercadeo mundial de cuotas, pues aquellos a los que les sobra, venden la suya a otros que lo necesitan, especulando con permisos de emisión de un gas atmosférico; el CO2, invirtiendo miles de millones y obteniendo miles de millones en ganancias. De hecho, se da la paradoja de que muchas petroleras han especulado en el último lustro en el mercado de emisiones de CO2 obteniendo enormes beneficios.

Todo el sistema se sostiene y se retroalimenta mientras duren las condiciones artificiales que lo hicieron nacer: el Protocolo de Kioto y, sobre todo, la paranoia social contra este gas en el imaginario colectivo mundial.
Y la burbuja crece, se agranda y no cesa de hincharse. Ahora estamos en el apogeo de esa fase (Acto Segundo del cuento anterior).

Entonces, ¿qué va a pasar a partir de ahora?
Exacto: que tarde o temprano estallará una burbuja financiera de proporciones épicas.

ACTO TERCERO

Porque aunque la situación se mantendrá alentada durante algún tiempo por los propios beneficiarios del tinglado (científicos dependientes del presupuesto, organizaciones públicas y enormes corporaciones que han entrado en el sector de las carísimas y nada eficientes energías verdes), el destino de cualquier burbuja es estallar, y un buen día, un gobierno inteligente verá que la ínfima parte de CO2 que produce el hombre no influye en absoluto en el clima, y entonces dejará de exigir las cuotas a sus empresas, y estas, al no precisarlas, venderán sus toneladas en masa al resto de países ante el riesgo de comérselas crudas. Y ese será el pistoletazo de salida de una reacción en cadena a la baja, y de un derrumbe de los precios de las cuotas de CO2 hasta donde realmente está su valor natural: CERO.

O sea: miles de millones de euros y de dólares invertidos durante años en algo que no existe, pérdidas billonarias en las empresas más importantes del mundo, y un crack descomunal.

Resultado: Una quiebra que nos espera en pocos años (no puede durar mucho más el cuento chino del calentamiento), cuando apenas estemos recuperados de la crisis actual. Y nuevamente provocada por la misma causa: el intervencionismo salvaje de los gobiernos en los mercados, artificialmente y sin respetar su lógica interna, dando por buenas dudosas hipótesis sobre futuros catastrofistas.

EPÍLOGO

Lo malo no es que den por buenas esas hipótesis pseudocientíficas, sino que hagan gravitar todo el sistema económico mundial en torno a ellas y las respalden con billones de divisas ¡a nuestra costa! Porque en definitiva, somos todos nosotros, la ciudadanía, la que está pagando todas las toneladas de CO2 del mundo.

En román paladino: se lo han jugado todo a una carta, porque han confiado ciegamente en los defensores de la tesis (todos ellos con enormes intereses personales y económicos en mantenerla), ¡sin contrastar sus datos siquiera! y han despreciado hasta el punto de ni siquiera considerarlos todos los informes de expertos que ponen en cuestión el calentamiento global provocado por el CO2 emitido por el hombre. Y cada vez son menos los primeros y más los segundos.

Así las cosas, esta sigue siendo la apuesta de los gobiernos del mundo en esta ruleta: Billones de euros al rojo; a que el CO2 vale algo.

Pues yo me la juego al negro: A que una tonelada de CO2 no vale una mierda.

A ver quién tiene razón. Yo tengo toda la vida por delante; su estafa no.


FIN


PD: Lo lamentable es que están jugando a la ruleta rusa con las posibilidades de desarrollo del tercer mundo, ¡mientras les venden que es por su bien! Y recuerdo que el tiempo en los países pobres se mide en millones de muertos, no en años.

1 comentario:

Ice dijo...

Que buenos los dos post!!!