jueves, 3 de enero de 2013

Mamá: no quiero tu iPhone

Una madre ha regalado un iPhone a su hijo de 13 años, pero con condiciones.
Condiciones que ha plasmado en un contrato que ha publicado en su blog (aquí la historia).
Bien, pues si en un futuro, cuando fuera mayor el hijo de esa bloguera (tener una madre bloguera que saca los trapos de familia al mundanal ruido, vaya desgracia) retomara el tema seguramente contestaría al contrato.
Así que a continuación transcribo el contrato original con la posible contestación del niño intercalada en rojo:




Querido Gregory ¡Feliz Navidad!
Igualmente.

Ya eres el flamante propietario de un iPhone. ¡Guay! ¡Cómo mola! ¡Sí! pero mamá, no digas "mola", queda ridículo. Eres un buen chico, tienes 13 años, eres responsable y mereces este regalo. Huy... "Eres un buen chico", "eres responsable", "mereces este regalo"... ¿a qué tanta rosca? tomo nota. Pero el iPhone no viene solo, para tenerlo tienes que aceptar también una serie de reglas. Reglas: ya sabía yo... Por favor, lee el siguiente contrato. ¡¿Contrato?! ¿ya tengo edad para firmar contratos? Espero que comprendas que mi deber es educarte y hacer de ti un joven sano, íntegro, capaz de convivir con la tecnología en lugar de ser gobernado por ella. Para educarme no has necesitado ningún contrato hasta ahora, y ¿por qué te justificas así antes de tiempo? Si incumples estas reglas el iPhone dejará de ser tuyo: Ya empezamos: si me lo puedes quitar es que no soy propietario de nada.

Te quiero con locura Sólo faltaba, eres mi madre y estoy deseando compartir contigo muchos millones de mensajes en los próximos días. ¿Millones de mensajes? Te veo nosecuántas horas todos los días ¿para qué quiero mandarte mensajes? ¿vas a dejar de hablar conmigo o qué? si quiero un móvil no es precisamente para recibir y mandar mensajes a mi madre. Oféndete si quieres.


1 - Este teléfono es mío. Ya lo has dejado claro 2 veces y no hemos terminado ni la primera regla. Yo lo compré y soy quien lo paga, Es que si no, no sería un regalo, mamá así que esto es un préstamo. Van 3 veces que dices que no es mío y seguimos en la primera regla. Soy la mejor, ¿verdad? Pues a estas alturas no lo eres mamá: no eres ni la mejor madre de mi clase, pero sigue.

2 - Siempre sabré la contraseña del teléfono. Esto debe ser consecuencia directa de que no es mío ¿no? Yo no puedo tener privacidad en algo que es tuyo. Porque no confías en mí, ¿no? Pues he tomado nota de lo de antes: "Eres un buen chico", "eres responsable", "mereces este regalo"... Era papel mojado ¿no? Vale.

3 - Si suena, contesta. Es un teléfono. Ya, o sea que tengo un teléfono tuyo que estoy obligado a contestar siempre. Gracias mamá. Saluda, utiliza tus buenos modales. De cajón. Muy de madre. Me abrigaré cuando lo use también, no te preocupes. Nunca ignores una llamada si en la pantalla aparece “mamá” o “papá”. Jamás. Ajá, Steve Jobs ha conseguido la omnipresencia paterna...

4 - Entrega el teléfono a uno de tus padres a las 19:30 cada noche entre semana, y los fines de semana a las 21:00. Aaah, que ni siquiera es un préstamo... es una especie de usufructo... no, ni eso siquiera... no tiene ni nombre legal este tipo de donación. En fin. Apagaremos el teléfono por la noche y lo encenderemos a las 7:30. A mí lo que hagas con tu teléfono en el tiempo en el que me lo arrebatas me da igual. Esta regla es para ti, no para mí. Si no llamas a alguien al fijo de casa a ciertas horas porque podrían atender sus padres, entonces tampoco debes llamarle al móvil ni mandarle mensajes. Es que verás, mamá, un fijo es algo familiar y un móvil es algo personal. Puede no estar bien molestar a toda una familia a ciertas horas con un fijo, pero sobre lo que molesta o no a mis amigos sé mucho más yo que tú. Tú sabes instintivamente lo que puedes y lo que no puedes hacer. Esto está clarísimo, por eso te he dicho lo anterior, pero mis instintos te van a dar igual si no coinciden con los tuyos, como siempre ¿no? Respeta a otras familias como nosotros querríamos ser respetados. Y dale con las familias: ¡que no es un fijo!

5 - No lleves el teléfono al colegio*. Acabáramos. O sea que sí que es un fijo. Conversa con la gente con la que estés en lugar de mandarles mensajes. Vaya estupidez, mamá ¿Tú envías mensajes a gente con la que estás? Yo no. Los mensajes son para comunicarte con la gente que no está contigo, precisamente. Mamá, si quieres hablamos de cómo estás usando tú la Blackberry, creo que puedo ayudarte... La sociabilidad es una virtud en la vida. Pues la sociedad está llena de móviles, pero este argumento también te va a dar igual, ¿no? Vale.
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* Días de media jornada, excursiones y actividades extraescolares tendrán un trato especial.
Ya puestos, qué más da. Cómo si no. ¡Ah, no!, que habías dicho "Nunca ignores una llamada si en la pantalla aparece mamá o papá. Jamás." Vale, entendido: que el iPhone no es para mí, es para ti. Ponme un chip de localización, como a Toby, que es más barato y acabas antes.

6 - Si el teléfono se te cae al baño, se rompe o desaparece por arte de magia, eres responsable de los costes de reemplazo o reparación. ¡¿Quééé?! Oye, que una cosa es que sea tuyo y otra que encima me cueste pasta. A partir de aquí, te puedes quedar tu "regalo". No lo quiero. Corta el césped, trabaja de canguro, ahorra el dinero de tu cumpleaños o lo que se te ocurra, pero es tu responsabilidad. Vaya, si no fueras mi madre y no me quisieras con locura, pensaría que me quieres regalar algo para esclavizarme. En el cole tenemos una expresión para esto: "Me estás tangando, tía". Otra cosa: un iPhone en la tienda y sin restricciones cuesta unos 700 dólares: ¿en cuánto tasamos el iPhone lleno de limitaciones que me quieres endosar? en no más de 150 dólares ¿no? Si lo pierdo o rompo no aceptaré pagar más de eso. Sucederá, así que debes prepararte para ello. Mamá, si me creo que sucederá y fuera inteligente (como has dicho que soy), me pondría a trabajar ya mismo para pagarme yo solito un iPhone nuevo y sin reglas. Y ya te digo que si firmo este contrato deberías preocuparte mucho por mí: tendrías un hijo gilipollas.

Así que a partir de aquí puedes dejar de leer mi contestación si quieres, mamá. Ya no voy a tener iPhone estas Navidades. Pasa al segundo regalo de la lista, que un Scalextric no vendrá con contrato añadido ¿no? No es comercial para el blog, creo...

7 - No uses esta tecnología para mentir, ofender o engañar a otro ser humano. No... o sí, haré el mismo uso de mi iPhone que de mi ordenador, mi lengua o mi bolígrafo. Como hace todo el mundo. ¿No era yo "un buen chico" y "responsable"? Pues entonces sobra la recomendación. No te mezcles en conversaciones para criticar a otros. Pues depende, qué quieres que te diga: haré lo que ya hago con mis amigos. Sé un buen amigo de tus amigos Qué tendrá que ver esto con un iPhone y mantente lejos del fuego cruzado. No pienso hacerlo: papá me ha educado con personalidad y yo soy de los que se mojan.

8 - No envíes mensajes o e-mails ni digas cosas a través del teléfono que no dirías en persona. Mamá: la gente no escribe igual que habla. Tú no hablas igual que escribes en el blog (y hasta tus lectores lo saben). Cada medio tiene su lenguaje, sus límites y sus posibilidades. Tampoco la gente me habla en la red como me habla en persona. Parece mentira que tenga que explicártelo yo a ti, que eres bloguera.

9 - No envíes mensajes, e-mails ni digas nada a nadie que no pudieras decirle en voz alta si estuvieran sus padres delante. Censúrate a ti mismo. Mamá, ¿de verdad te crees que yo con mis amigos digo las mismas cosas que cuando estáis los padres delante? Estás en la luna y no te acuerdas de la niña que fuiste ¿no? Censúrate tú antes de escribir sin pensar, por favor.

10 - Sin pornografía. Vaya novedad, como con el ordenador, la tele... como con todo. No hace falta un contrato para saber lo que todos los niños del mundo saben sin que se les diga. Busca en la red sólo información que podrías compartir abiertamente conmigo. Evidentemente no. No lo hago con el ordenador, ni con las conversaciones con mis amigos, ni con los libros de la biblioteca... Vivo en un mundo hiperconectado y lleno de información más allá del alcance de tu egocentrismo maternal, mamá. Si tienes alguna duda sobre cualquier cosa cuéntasela a alguien, preferiblemente a mí o a tu padre. Pues eso: con solicitar humildemente ese "preferiblemente" ya te puedes dar con un canto en los dientes.

11 - Cuando estés en público, apágalo, siléncialo o guárdalo. Entonces, ¿qué fue de esto: "Nunca ignores una llamada si en la pantalla aparece mamá o papá"? Ah, ya, que se va a volver contra mí a tu voluntad... Sobre todo en un restaurante, en el cine o cuando estés hablando con otra persona. No eres un maleducado, así que no dejes que el iPhone te cambie. Tú misma te dices por qué sobra esta regla: "No eres un maleducado".

12 - No envíes o recibas fotos de tus partes íntimas ni de las de otra persona. Mamá, eso se llama pornografía y ya lo has dicho. No te rías. Claro que me río, las partes íntimas son graciosas para los niños. De toda la vida. Algún día te sentirás tentado de hacerlo a pesar de tu inteligencia. Ya, pero soy responsable, ¿recuerdas? ¿o lo decías para hacerme la pelota? Sí, ¿no? Es arriesgado y podría arruinar tu vida adolescente, universitaria y adulta. "Arruinar toda mi vida", ya: como el tabaco y las chicas. Es una mala idea, siempre. Ya lo sé: soy inteligente. El ciberespacio es enorme y más poderoso que tú. Ya tardaba en llegar el tremendismo. Y es muy difícil hacer desaparecer algo así de grave (incluida una mala reputación). ¿Te haces una idea de lo que supone para mi reputación (y para la tuya como madre) que hayas colgado este contrato en tu blog? No ¿verdad? Predica con el ejemplo y ve cambiándome de cole ya mismo, anda.

13 - No hagas millones de fotos y vídeos. Vale: pues tú no me repitas millones de veces las mismas cosas, como haces siempre. No es necesario documentarlo todo. Ni que tú lo preguntes todo, ni que estés encima de toda mi vida todo el día. Vive tus experiencias. Aplícate el cuento: vive tu vida, no la mía. No soy tu tamagotchi. Se guardarán en tu memoria para siempre. Y yo te mandaré fotos y vídeos de la mía para que las guardes en la memoria de tu Blackberry para siempre, no temas.

14 - Deja tu teléfono en casa alguna vez y siéntete tranquilo haciéndolo. Hazlo tú con tu Blackberry. El teléfono no está vivo ni es una extensión de tu persona. Ni yo de la tuya. Aprende a vivir sin él. Aprende tú a no vivir por mí. Debes ser más fuerte que el miedo a perderte algo. Y tú más fuerte que el miedo a que me pase algo, maldita paranoica.

15 - Descarga música nueva, clásica o diferente a la de millones de compañeros que escuchan todos lo mismo. ¿Y qué tal si descargo la música que a mí me dé la gana y no la que tú quieres que oiga? Tu generación tiene acceso a la música como nunca antes en la historia. Aprovéchate de este regalo. Amplía tus horizontes. Tú también puedes ampliarlos y salir del jazz ese de mierda que escuchas. Cuando te oiga escuchar electro-latino me descargaré todo Tchaikovsky, palabra.

16 - Juega de vez en cuando a juegos de palabras o rompecabezas. Para eso ya os tengo a vosotros y a los juegos de mesa. Juega tú al Call of Duty.

17 - Mira más allá del teléfono. Mira tú más allá del postureo de tu blog. Observa lo que ocurre a tu alrededor. Ya lo hago y siempre me contestas que "¿si los demás se tiran por un puente tú también te tiras?". Mira por la ventana, escucha los pájaros, pasea, habla alguien que no conozcas... piensa sin buscar en Google. Todo eso es lo que he hecho hasta ahora: no tengo iPhone. Ahora que lo iba a tener debería empezar a aprender a buscar en Google, creo.

18 - Fallarás y te quitaré el teléfono. No me puedes quitar algo que no es mío. Nos sentaremos a hablar sobre ello No opinaremos lo mismo y tú me impondrás tu criterio y volveremos a empezar otra vez Con tus reglas, claro, no con las mías. Tú y yo estamos siempre aprendiendo. Esto es retórica, con tu hijo puedes ahorrártela. ¡Ah, no! que también es para el blog: lectores, va por ustedes. Estamos en el mismo equipo. Yo no quiero estar en el equipo de mi madre: soy un chico de 13 años, si deseara estar en tu equipo tendría un problema. Estamos en esto juntos. No: tú me obligas a estar en esto contigo. No me has preguntado: me impones reglas. Tú mandas y yo acato. A ver si te enteras de que eres mi madre, no mi amiga.


Deseo que puedas cumplir estas reglas. Ya, pero yo no deseo cumplirlas. Si lo desease, no haría falta que me las impusieras. La mayoría de las lecciones de esta lista no sólo sirven para tu iPhone, también sirven para tu vida. No uses un iPhone para educarme. Edúcame y cuando llegue el momento dame un iPhone (o no), sin más. Estás creciendo en un mundo que cambia rápida y constantemente, es excitante e incitante pero aprecia las cosas sencillas todo cuanto puedas. Más retórica (¿os gusta, lectores del blog de mamá?). Confía más en el poder de tu mente y de tu enorme corazón que en cualquier máquina. Ninguna regla que has escrito va contra el poder de la máquina, mamá: todas están escritas precisamente para lo contrario: para limitar el poder de mi mente y de mi enorme corazón sobre la máquina.

Te quiero.
Ya: sólo faltaba. Ni que tuvieras otra opción. El chantaje emocional te funciona con papá, pero no conmigo. Deja de repetirlo.

Espero que disfrutes tu fantástico iPhone nuevo.
Es TU iPhone. Disfrútalo tú. Quiero el Scalextric.




PD: Evidentemente, el crío caerá en la trampa y aceptará el iPhone. Pero la vida es muy larga y si en algo es justa, es en devolverle con creces a los padres todos los errores que cometen con sus hijos.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

No, ellos no han venido a vernos:


A veces hay que desmentir estupideces aunque sea para recordar las discusiones de la infancia:

No. los ovnis no existen.

Nadie ha visto jamás un ovni extraterrestre ni ha tenido contacto alguno con él. Y se desmiente con un mínimo de sentido común:

Punto de partida:

– La tecnología que sería necesaria para llegar hasta aquí desde cualquier loquesea habitado es descomunal y está totalmente fuera de nuestro alcance (por ahora). Nivelón. Sopas con ondas que nos darían a todos los niveles.


Y de aquí se deducen dos cuestiones de manera inmediata:

1 – Si han venido y quieren que les veas, aterrizarían en cualquier Plaza Mayor un domingo a las 12 del mediodía.

2 – Si han venido y NO quieren que les veas, te aseguro que no los verías de ninguna manera, so paleto.


Así que tienes dos opciones dignas:
1 - Pensar que existen pero no han venido.
2 - O pensar que existen y han venido pero nadie los ha visto ni detectado jamás (aviso de que esta es mucho menos digna).

Porque la tercera opción, pensar que hay paletos solitarios, pilotos colocados, pseudocientíficos pirados, pueblos enteros alucinados, civilizaciones pseudomágicas, etc. que los ven por casualidad y al despiste es ser idiota perdido.

Serlo, no parecerlo. Retrasado. Sí. Ton-to-del-cu-lo.

martes, 18 de diciembre de 2012

Historia apócrifa de un anuncio:


Esto debió de ser algo así:

- Cliente: Quiero petarlo en Navidad con mis embutidos.
- Agencia: ¿Mensaje navideño + optimismo + crisis + embutidos y fiambres? Ok.
...
- Agencia: Cogemos cómico, nos lanza el mensaje entrañable navideño diciendo que saldremos de la crisis y esperanza y bla, bla, bla... y ya está.
- Cliente: Ya, pero ¿y mis embutidos y fiambres?
- Agencia: Ahí está la clave, porque cogemos un cómico muerto. ¡Es un fiambre! Y el mensaje final será: "En Navidad, pon un fiambre a tu mesa".
- Cliente: Pero...
- Agencia: ¡Es perfecto! un anuncio de humor negro, algo muy nuestro (daquídespaña) para transmitirnos optimismo. Supercerrado. Redondo.


Y entonces el cliente dio cambios:
Se cargó lo del fiambre en tu mesa. Se cargó el humor negro. Impuso un discurso ramplón y lleno de topicazos. Y para compensar el truño, aceptó contratar a un montón de cómicos vivos y a un director famoso "para que dé que hablar". Y la agencia recurrió a gracietas sobre la vida real de los cómicos para intentar salvar algo.


Y lo petaron. Porque a la gente el orgullo vacuo e irracional le gusta, la gente lloró con ello y lo viralizó conmovida, la gente compró más fiambre (objetivo conseguido) y además la agencia ganó premios ¡creativos! con él. Lo petaron.

Y este año han repetido esa fórmula 100% exitosa. Un poquito más lacrimógena, eso sí, y un forzando la mano un poco más con el orgullo ramplón del populacho (público objetivo, al fin y al cabo).

Y lo están volviendo a petar. Y los hay que empiezan a considerarlo una tradición navideña más de la telebasura que padecemos.

Desde luego, cada uno tiene lo que quiere.