martes, 2 de marzo de 2010

El cuento de los Minutos de Sombra:


(Historia en tres actos)


ACTO PRIMERO

Un día, Kublay Khan, Rey de Syldavia (gracias Hergé) nombró un nuevo Cabildo de Arcas Reales, hijo de un humilde fabricante de sombreros y sombrillas con nuevas y atractivas ideas. El nuevo Cabildo, convenció a Su Majestad de que los árboles del Reino eran tan importantes que tenía que hacerlos propiedad real. Al Rey le sonó bien y así lo mandó disponer. Seguidamente, el Cabildo le explicó que la Corona podría ser mucho más rica si cobraba a los súbditos por ponerse a la sombra de los árboles del Rey. Convencido, Kublay Khan mandó publicar el siguiente edicto:

"Por la presente, el rey de Syldavia ordena que a partir de ahora todo aquel que quiera ponerse a la sombra de los árboles, deberá comprar los tickets de "minutos de sombra" en la alcaldía. Los "minutos de sombra" serán limitados a 10 por día y por persona para todos los habitantes del reino y cada minuto costará 1 doblón. Los ciudadanos podrán revender y comprar los tickets en circulación a voluntad y al precio que estimen oportuno. Aquellos que estén a la sombra sin su ticket correspondiente, serán multados con 15 doblones."

ACTO SEGUNDO

Y la vida del reino tras la proclamación del edicto real, cambió: Los que menos soportaban el sol (gente sin sombrero ni sombrillas), tuvieron que comprar más minutos a los que tenían sombrero, que ganaban dinero revendiéndolos. Inmediatamente subió el precio de los sombreros y de las sombrillas. También aparecieron reventas profesionales que especularon haciendo de intermediarios en la compra-venta de minutos. Hubo casos de ahorradores de minutos que los acumularon como capital para utilizarlos o revenderlos más adelante. Hubo gente que usó los tickets de minutos de sombra como moneda para intercambios o trueques: "5 minutos por dos garrafas de cerveza". Los comerciantes especializados en sombreros y sombrillas ganaron mucho dinero rápidamente, que emplearon en ampliar las tiendas y contratar más empleados. Fue una época de optimismo y riqueza generalizada.

Todo parecía ir bien, pero durante ese tiempo los campesinos, al tener que pagar por el necesario descanso a la sombra durante su jornada de trabajo, fueron subiendo el precio de los alimentos poco a poco. Al encarecerse el nivel de vida, fueron subiendo los precios de todas las cosas. Entonces los más pobres del reino empezaron a pasar dificultades. Ante las protestas de los pobres, el Cabildo propuso al Rey subvencionar la compra de sombreros y sombrillas para los campesinos, para que pudiesen trabajar, y que se pagarían con parte de los doblones ganados con la venta de minutos de sombra. Los fabricantes de sombreros y sombrillas se mostraron encantados, y muchos campesinos se contentaron con sus sombreros nuevos, los precios de los alimentos se contuvieron y el sistema se estabilizó.

ACTO TERCERO

Mientras la industria de los sombreros y las sombrillas se enriquecía, multiplicaba y adquiría más poder e influencia (si eran ricos y prosperaban es que sabían de lo que hablaban), los campesinos no producían como antes a pesar de los sombreros y las sombrillas de regalo porque por muy buenos que fueran, no sustituían a la sombra de un árbol para la comida y la siesta del mediodía. Así, trabajaban menos tiempo, las cosechas se resintieron y los precios de los alimentos volvieron a dispararse.

La gente empezó a dejar de comprar minutos de sombra, pues empezaron a ser un lujo prescindible. El valor de ellos se desplomó. La gente que tenía sus ahorros invertidos en tickets se quedó sin nada. El estado dejó de ingresar dinero por los minutos. Los comerciantes de sombreros y sombrillas dejaron de recibir dinero de las Arcas Reales y nadie les compraba el género, quebraron y dejaron de fabricar sombreros y sombrillas. Sin sombreros y sombrillas los campesinos dejaron de ir al campo a cultivar. Toda la actividad del reino se paralizó.

Entonces el Rey tomó las riendas de la situación, destituyó al Cabildo, derogó el edicto y anuló los tickets. La sombra volvía a ser libre en Syldavia. Inmediatamente los campesinos volvieron al trabajo, el precio de los alimentos bajó de golpe, empezó a circular el dinero y poco a poco la situación volvió a ser como antes.

EPÍLOGO

Habían perdido tres años enteros de tiempo y pasado muchas penurias para estar como antes, ni mejor ni peor. Eso sí, los paragüeros y los sombrereros jamás volvieron a tener ningún peso, poder ni prestigio en el reino y nadie volvió a hacerles caso jamás.
Y así es que desde entonces y hasta hoy en día, la gente dejó de usar sombreros y sombrillas, pues todo el mundo los ve ya como lo que son: algo sin valor, poco útil y más molesto que bello.


FIN


PD: ¿Que a qué viene el cuento? La respuesta, mañana.

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