Antes de las vanguardias, cuando toda la humanidad compartía el gusto por el Arte, los mecenas encargaban las obras a los artistas. Y les pagaban por ellas, normalmente mal. A los pintores porque la pintura es un arte barato, a nadie importaba demasiado la decoración de interiores, había muchos capaces de hacerlo muy bien, pocos para pagarlo y menos lugares aún para lucirla.
También se pagaba mal la literatura por similares motivos. En la música había un poco de todo: los muy bien pagados y los no tanto, y muchos se ganaban la vida más como intérpretes que como compositores. En escultura y arquitectura en cambio, las miserias de los artistas siempre lo fueron menos, quizá por la entidad de las obras y su valor material.
Total, que en la bohemia del siglo XIX en la que la ley de la oferta y la demanda mantenía a tantísimos pintores en la indigencia, en lugar de pensar que quizá sobraban pintores y que más de la mitad deberían haberse dedicado a las labores agropecuarias, unos cuantos que no tenían nada que perder (muertos de hambre) se dieron cuenta de que podían empezar a engañar a toda una nueva clase social con mucho dinero, nulo criterio artístico y muchas ganas de figurar: La burguesía: los nuevos ricos: los snobs. Además de a muchas viejas aristócratas ricachonas a las que engañaron, manipularon y se pegaron como prostitutos para sacarles la pasta a espuertas.
Así que empezaron a hacer obras "distintas", "diferentes", en las que lo importante empezó a ser el autor, y no la obra en sí. Buscaron estilos rápidos y con nulas exigencias técnicas que les permitían pintar cuadros como churros (nótese el paralelismo con la comida rápida) sin dedicarles demasiado esfuerzo, tiempo, sacrificio ni habilidad. Y el autor pasó a ser el centro de todo porque sólo él (evidentemente) podía explicar "lo artísico" de unas obras que respondían a su "universo particular" y a su "concepción del arte y del mundo". De esta manera, el "artista" monopolizaba su arte, obnubilaba con su ángel tocado por las musas, deslumbraba a los crédulos y conseguía un reconocimiento y dinero en el "arte nuevo" que jamás logró ni habría logrado alcanzar en el arte de toda la vida.
Todo esto lo bañas de rebeldía, de ruptura con lo establecido, de desprecio por el arte académico (en el que no eran capaces de triunfar), de incomprensión social y de elitismo intelectual para elegidos (esto es muy importante: todos son Lobos Esteparios), y tenemos el pastel completo; el increíblemente cínico "El Arte por el Arte". O sea el Olimpo de la impotencia.
¿Y qué pasa cuando una cosa vale sólo porque es esa cosa? Pues que debe sobrevivir artificialmente: a base de especulación, de encumbramientos interesados, de aduladores, de snobs, de engañabobos, de pobres de espíritu y de buena fe, de tontos, de egos, de apariencias, de etiquetas, de crédulos, de moda y de ornamentación vacía y críptica.
Lo arrancaron los pintores, se pasó a los escritores, saltó a los escultores, llegó a los arquitectos, alcanzó la música clásica, nació en lo audiovisual, inventó las performances... todo lo invade ya.
¿Y todo por qué? Porque los "artistas" pasaron a monopolizar el arte al margen de la sociedad, sin aspirar a convencer porque es imposible, y a costa de cometer el gran crimen: Cambiaron la mayor virtud del Arte, su universalidad, por el mayor enemigo de su historia: la fe.
No intentes entenderlo, es Arte porque lo es: Este es el mundo artístico de las sociedades occidentales en el Siglo XX y el que disfruta todo el mundo en el Siglo XXI. Hasta que se caiga de la burra el planeta entero, si es que llega ese día, que empiezo a dudarlo.
Mientras tanto, todos a aguantar museos repletos de posters de mierda, edificios repugnantes en nuestras ciudades, toneladas de libros ridículos, auditorios escuchando músicas chirriantes, plazas presididas por chatarras monumentales... A soportar a miles de auténticos timadores vendiendo puta mierda por todos lados a precio de oro. Y a un sistema mediático monocorde que le hace el juego a los caraduras, a los especuladores y a los timadores, y que margina como inculto o falto de sensibilidad al discrepante. Ladrones de inteligencia que se forran a costa de los tontos y que insultan a los críticos.
Pues yo también me descojono. Me descojono de vuestra basura y os insulto a vosotros, malditos bastardos.
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