lunes, 28 de abril de 2008

Londres: ¿para qué?


Londres se vende como gran capital de imperio ultramarino. Vamos a verlo, porque más bien me parece una mera ciudad de provincias (del continente, porque en Inglaterra las ciudades de provincias no pasan de simples poblachones, y en el país de los ciegos, Londres es la reina, claro).
Yo ya tenía mis sospechas de que nos vendían una moto cuando desde pequeño veía los libros de inglés y lo que enseñaban de esa ciudad eran los polis con casco, las cabinas telefónicas, los buses de dos pisos y los taxis. Que nunca entendí bien el mérito de una ciudad que se dedica a no modernizar determinadas cosas para ganar idiosincrasia, pero en fin.
Bueno, el caso es que también se enaltecían ciertos “monumentos” o hitos urbanísticos como el Big Ben (y las casas del parlamento), el Puente de la Torre de Londres, la propia Torre de Londres (¡qué manera de poner nombres, por favor!), el Palacio de Buckingham, Trafalgar Square, Catedral de San Pablo, Picadilly Circus, Hide Park, Abadía de Westminster... de los que pienso dar buena cuenta ahora mismo.
El Big Ben: esa gran estafa. No es grande, no es alto, no es el pedazo de edificio que nos quieren enseñar. Con las casas del parlamento, forma un pastiche dorado neogótico (muy del gusto hortera de los ingleses, eso sí) que es un timo visual. Todo en él está hecho para que parezca mucho más grande de lo que es. Tiene hileras de ventanas que son grandes balconadas... en miniatura. Tiene 6 pisos abuhardillados con lo que parecen ventanas decentes y a las que a duras penas se pueden asomar las palomas... el edificio del parlamento es apenas de 3 pisos modernos de altura (y aparenta la Catedral de Sevilla por lo menos), con balcones que parecen de palacio y en los que apenas caben 2 personas... Mejor “small ben” ¿no? Por no hablar del mal gusto de los complementos dorados y los colorines que le han puesto por doquier.
La Torre de Londres: aparte de pequeña como fortificación de capital y de mal situada para ello, es una construcción pobre en extremo, cutre y deslavazada (por eso acabó siendo cárcel ¿o quieren hacernos colar que algo que acaba de prisión es algo más que eso?), cuyo mayor mérito es atesorar las joyas robadas y teñidas de sangre de la monarquía de piratas que aún se sostiene en esa isla. Eso sí, te ríes a gusto con el cuerpo de carceleros (porque esos simpáticos payasetes, los Beefeaters, no son más que un cuerpo de carceleros y verdugos). Y sus gorros ¿son complementos militares? Venga ya...
El Palacio de Buckingham. Tela. No es que no de la talla, es que está a la altura del barracón de caballerizas de un palacio en condiciones. Mucho más pequeño que sus referentes europeos, carece de valor alguno que no sea los profusos dorados de sus verjas (sí, en el país de los tuertos...) o las monerías que hace la presunta guardia para que les saquen fotitos los turistas (posturitas que estamos imitando en el Palacio Real de Madrid ahora. Cosas veredes, Sancho).
Trafalgar Square. Esta es mi favorita. Una columna que quiere ser alta pero que no llega a destacar por ello, con una estatua diminuta encima infraproporcionada (sí, me invento los palabros que quiero) para el lugar que ocupa, con 4 leones que acaban siendo los protagonistas de la plaza (nuevamente, en el país de los ciegos...), y con dos fuentes que firmaría encantado Lladró. Presidiéndola está el sosísimo edificio de la National Gallery, que digo yo que si para hacer este envoltorio merecía la pena robar tantos mármoles Egeo adelante o saquear pirámides por Egipto. Por cierto: es un Museo Nacional que exhibe ¡meras reproducciones al lado de obras originales! ¿Os imagináis una burda copia de la Venus del Espejo de Velázquez expuesta en el Prado al lado de Las Meninas originales? Pues es posible, para ese pueblo de piratas todo vale.
Picadilly Circus. No voy a perder dos minutos en esto. No llego a entender como algo así puede ser icónico de una ciudad... A no ser que esa ciudad sea Londres, claro.
Hide Park... ¡un prado! Es un prado, largo, llano, desaprovechado, con poquísimo atractivo... Cuando llegas, te preguntas ¿y esto es todo? Las comparaciones son odiosas, pero me trae sin cuidado: El Retiro de Madrid, Jardines de Villa Borghese de Roma, Central Park en NY... A años luz de ese ejemplo de parque ramplón y soso de Hide Park (que es una llanura y sin embargo su nombre significa ¡Parque Escondido! Esto sí es vender humo, sí señor).
Abadía de Westminster. Es eso: una abadía, una minicatedral terminada en el S. XVIII en pastiche neogótico. O sea, algo más falso que Judas otra vez. No merece ni dos vistazos.
A todo esto, toda la ciudad está tachonada de relojes, verjas, adornitos y demás en los que usan la purpurina dorada y los colorines como si les fuera la vida en ello, en una demostración más de que la alegría que les falta en el cielo la quieren suplir con los brillos horteras que hagan falta por todos los rincones. Pobres.
Pero vamos a poner un contrapunto positivo, que también tiene alguna cosita decente Londres. Por ejemplo el Puente de Londres, que es casi lo único que no defrauda. Es grande, bonito y realmente digno de ver. Una pena los colorines con los que lo han pintado: azul cielo, blanco, dorados... pero supongo que sus pintores también son ingleses, así que no esperéis otra cosa.
La Catedral de San Pablo: una catedral, sí, de buen tamaño, digna de ver, con una grandiosa cúpula y que en conjunto tampoco defrauda, aunque no resulta especialmente bonita ni armónica toda ella.
¡Ah! Y me han dicho que por la ciudad se puede ir bien de compras (yo no pierdo el tiempo así de miserablemente cuando viajo).
El resto de atractivos de Londres se reducen a vaguedades como cosmopolitismo, ambientillo, tendencias, callejeo... humo. El mundo se ha tragado todo eso y a veces se oye de Londres que es la capital mundial de esto y de lo otro, o la punta de lanza de Europa, o la última metrópolis de nosequé... Allá quien se lo quiera creer.
Yo, lo que sí sé es que antes iré 20 veces a Roma que una sola a Londres.

4 comentarios:

Zomas Osborn dijo...

Gladius, esta feo eso de criticar lugares en los que no has estado. Pero te perdonaré porque no puedo estar más de acuerdo, aunque te diré que el encanto de Londres es como el de este blog, que todo el mundo lo critica pero, una vez que vas, vuelves. Por cierto, ¿me ha parecido ver un pequeño reblandecimiento al final?...

PS.- No me ha gustado que me aplastes la cabeza con el Seat León... ¡y delante de la Mengual!

Gladius dijo...

Por supuesto que he estado allí, por eso hablo de decepciones. Lo de que me han dicho que es bueno para ir de compras, es porque cuando estuve no perdí el tiempo de esa manera.
Y no hay reblandecimiento sino justicia.

PD: Me quedé corto sólo con la cabeza, veo.

Error dijo...

La verdad es que lo de Picadilly Circus no tiene explicación, la primera vez que estuve ahí tardé en darme cuenta, pensando que me iba a encontrar con una gran estatua, como parecía en mis libros de inglés.
En lo que no te puedo dar la razón es en el palacio de Buckingham. Hace un par de veranos lo visité por dentro, y me quedé alucinada con el lujo y el exceso. Sólo Versailles puede ser rival.

Gladius dijo...

Mantengo lo del Palacio de Buckingham. Que los ingleses sean buenos decoradores de interiores no afecta en absoluto a su ínfima categoría como edificio.
Puede ser otro buen ejemplo de "vaya mierda de cascarón para tan buena nuez" ¿no?