martes, 29 de abril de 2008

Aborto, laico tampoco


Con esto quiero desde la primera línea expresar una postura en absoluto condicionada por la de ninguna confesión religiosa, por la simple razón de que no es necesario recurrir a nada fuera de la realidad puramente física para tener bien claritas unas cuantas cosas respecto al tema.
En primer lugar, ya sé que paren sólo las mujeres y que es fácil hablar del tema desde fuera. Pero son ellas las que se quedan embarazadas, no los hombres y toda la responsabilidad es de ellas. Lo siento, la naturaleza es así de malnacida, así que las estériles reclamaciones al respecto, mejor dirigirlas contra el destino. Les ha tocado y punto.
Bien, la cuestión es tan simple que sorprende: Se trata de saber si un embrión es algo distinto a la madre o no, de si está vivo o no y de si esa hipotética vida es humana o no. Así de sencillo. Con las tres respuestas claras, es más fácil ahondar luego en el tema:
1 - Los seres vivos del Planeta Tierra se reconocen individualmente por su código genético, que es único entre todos los organismos y en toda la historia. Todas las células que componen un mismo ser vivo, tienen el mismo código genético. Por ello, absolutamente todas las células de una mujer tienen el código genético en común (sean de la piel, de un riñón o de cualquier órgano del cuerpo). En una mujer embarazada, el embrión es lo único que hay en su cuerpo con un código genético distinto. Luego, de calle, eso es claramente otra cosa, y no ella misma. O sea que sí que es algo distinto a la madre.
2 - Y eso, que es distinto que la madre, se alimenta, crece, se desarrolla y es independiente del cuerpo en el que está, del que sólo depende para su sustento: Llamémosle parásito si queremos (en esencia actúa prácticamente igual que una tenia, por ejemplo), pero que está claro que está vivito y coleando es muy poco discutible. Van dos síes.
3 - Y la tercera pregunta es como de sexto de EGB: del resultado de la fecundación de un óvulo humano por semen humano ¿qué sale? Exacto: un humano. Y esta atrevida deducción la voy a reforzar por reveladoras experiencias: En todos los casos de la historia médica documentados, siempre que ha crecido un embrión humano, ha terminado formando a un niño humano. Jamás una rana, ni un carnero, ni un geranio: siempre se ha tratado de un ser humano. O sea que, nuevamente, la respuesta es sí: es humano.
Conclusión: Si un embrión constituye por sí mismo un ser humano vivo (en el estadio que sea, eso son discusiones secundarias) al abortar se está acabando con la vida de una persona.
El gran problema de coherencia que se plantea, es que estas tres respuestas son tres síes categóricos desde el mismo momento en que un óvulo es embrión, o sea que no queda margen para las medias tintas: resulta que cualquier tipo de aborto, es un aborto. Tenga la edad que tenga el embrión, tenga el aspecto que tenga, la causa de la fecundación sea una, otra o la de más allá (pasión, violación, descuido, rutina...), o sea cual sea el motivo para abortar (daño psicológico, feto con síndrome de Down, salvar la vida de la madre...). Vamos, que siempre viene siendo matar, sí o sí.
A partir de ahí, pero teniendo bien claro que el precio de las soluciones que pasan por un aborto es una vida humana, se puede discutir lo que se quiera, e incluso podemos llegar a la conclusión de que matar personas es un precio aceptable según para qué. A Maquiavelo le parecía muy bien, por ejemplo. Y a mí para según qué cuestiones también.
Dado que ellas paren y ellas deciden, habría que garantizar la libertad de elección eliminando el engaño de que un aborto es extirpar un grupillo de células nada más, y ver la verdad en toda su crudeza. Así, puede que para llegar a ese fin, a muchas no les mereciese la pena ese medio.
Al crío, desde luego, no.

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