jueves, 23 de octubre de 2008
El dulce sabor de la crisis
Me encantan las crisis, quizá porque seguramente no he sufrido ninguna en mis carnes, pero es de lo mejor que puede pasar en una sociedad (siempre que la crisis sea temporal, y no argentina).
Es una catarsis necesaria, de renovación, de depuración, no sólo económica, sino (y ahí está el quid de la cuestión) social y moral.
La gente en tiempos duros se empieza a dar cuenta de las cosas que son realmente importantes, va alcanzando un criterio razonable en cuanto a lo que merece la pena y lo que no. Así, de repente, empiezan a quebrar como palillos todos esos negocios repulsivos, comercios infames y tiendas absurdas que en vez de “La Boutique de la Abuela” deberían llamarse “Chuminadas de la Prima”.
Me estoy refiriendo a las tiendas de mil jabones de colores y sabores, a los bazares de cosas modernas más falsas que sus dueños y que imitan trastos antiguos y sucios, a los restaurantes con veleidades que cobran por el alquiler del plato y los cubiertos más que por el alpiste aderezado que sirven, a las boutiques de chocolates que hacen cestitas de filigranas sacadas de una pesadilla de Candy Candy, a las tiendas de moda y complementos que venden brillos de bisutería a precio de metal del bueno…
Todo ese elenco de negocios de pacotilla, de vendedores de humo, de absurdeces sin sentido, van a irse a pique uno tras otro, como fichas de dominó, con las hojas del otoño, al primer soplo del viento purificador del invierno de la crisis.
Porque hasta los consumidores más idiotas, ante la escasez se vuelven más listos, más clarividentes, y ya no tienen tiempo ni dinero (gracias a Dios) para gastarlo en las chorradas de ayer.
Me alegro, mucho. Que venga la ruina y que venga pronto, quiero ver como la crisis devora la carroña de tanto profesional de la frivolidad.
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3 comentarios:
A mí también me encantan las crisis. Estoy feliz de saber que ya puedo volver a casa.
Sólo falta que Candy Candy vuelva a la parrilla y España me parecerá el paraíso.
Un abrazo muy fuerte. No te muevas de ahí que ahora estarás en tu salsa.
Gladius, has vuelto!!! Nada como una visita al Savoy para renovar fuerzas...
a mí me gusta la crisis (por otras razones) y, seguramente también, porque como desde que tengo uso de razón estoy en crisis, no noto nada especial.
sin embargo, quisiera romper una lanza a favor de las cosas inútiles y superfluas; a veces el humo es lo único real, y lo cursi puede encerrar tanto amor...
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