martes, 20 de mayo de 2008

Los buenos, los malos y la peor: Suiza


Un país pacífico, no beligerante, completamente neutral pase lo que pase, idílicamente perdido en “sus labores”... la quintaesencia de lo que Nietzsche llamó “la despreciable especie de bienestar con que sueñan los tenderos, los cristianos, las vacas, las mujeres, los ingleses y demás demócratas.”
Bueno, el caso es que lo que a primera vista siempre suena como ejemplo de buen sentido, como arquetipo de increíble cordura y hasta llega a parecer una lección moral: la absoluta neutralidad histórica suiza, en realidad es la postura más inmoral que pueda adoptar país alguno.
Es increíble que en todas las ocasiones que ha tenido para optar por el bando adecuado, haya preferido mirar hacia otro lado. O más bien, vender sus servicios de país sin escrúpulos que parece que no ha roto nunca un plato, al mejor postor.
Lo que ha hecho ha sido ofrecerse cual puta continental, vendiendo todos sus principios a cambio del pingüe negocio de ser el banquero de todos los contendientes. Qué país tenga la razón, da igual. De dónde vengan las riquezas que guardo, qué más da. Quién me esté dejando su dinero, a quién le importa...
El caso de la II Guerra Mundial no es uno aislado, aunque sí el más representativo y fácil. No es un caso aislado porque no han actuado neutralmente durante los años de la guerra (puntualmente, podríamos decir) aceptando el dinero expoliado por los nazis, los botines de todos los criminales de guerra y ladrones de uno y otro bando, etc. Sino que se ha prolongado en el tiempo durante décadas, y hasta hoy en día aún tienen en sus cajas fuertes reservas de esa procedencia que, en virtud de su sacrosanta neutralidad, no son quienes de devolver.
Esta innoble neutralidad la han mantenido en el pasado, la mantienen ahora y la seguirán manteniendo hasta el fin de los tiempos. Porque todos los ladrones del mundo son muchos ladrones, porque todos los estados criminales del planeta son muchos estados, porque todas las guerras del mundo son muchas guerras, porque todos los políticos corruptos del mundo son muchos corruptos, porque todo el narcotráfico y el comercio de armas mundial, es toda la pasta gansa que es...
Pero a pesar de todas las evidencias, no es fácil que alguien decida acabar con Suiza, porque claro, cuando un país se ve abocado a una guerra, siempre es bueno tener de quien tirar cuando necesita enjuagues económicos, y todos los bandos siempre acaban aprovechándose de la falta de escrúpulos del mayor avaro del planeta Tierra para que les haga el trabajo sucio, el inconfesable, el criminal, el de las cloacas de sus gobernantes. El limpio pacto internacional que dio origen a la Cruz Roja para socorrer a los necesitados, no hizo falta para pactar lo contrario, surgió naturalmente de los malos instintos comunes de todas las partes y de la disposición de los suizos para recoger el dinero sin preguntar. ¿No existe la Cruz Negra? pues podría.
Suiza es la sórdida Celestina, es el cobarde Pilatos, es el repulsivo Gollum del Señor de los Anillos. Hace mucho tiempo que la solución pasa por una triple invasión desde Alemania, Francia e Italia para repartírsela como buenos amigos. Total, no está en la ONU ni en la OTAN... ¿quién la iba a defender?
Mientras eso no suceda, yo intentaré morir sin pisar esa repulsiva tierra disfrazada de orden y pulcritud, toda llenita de montañas, relojes y vaquitas (que por cierto, las vacas suizas también cagan aunque nunca lo parezca).
¿Es posible una mezcla entre La Casita de Chocolate y el Retrato de Dorian Gray? Pues eso es Suiza.

1 comentario:

Esaque dijo...

Este post, sabía que caería. Muy bien Fede, muy congruente contigo mismo.